Una compañía le envía un regalo por correo: una corbata, un amuleto de buena suerte o un llavero. Usted no lo pidió. ¿Qué hace entonces? Si usted es el tipo de persona que ellos buscan, se sentirá mal y pagará por el regalo. Pero no tiene por qué hacerlo. Lo que haga con lo que reciba queda a su entero criterio.
Independientemente de lo que haga, no pague por el regalo ni se deje engañar en caso de que lo llamen por teléfono o lo visiten en relación con él. Por ley, toda mercancía que reciba sin haberla pedido es suya.